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El Teniente aporta cerca del 25% del cobre de Codelco y cada día de paralización implica perder unas 750 toneladas de metal fino (US$ 7,5 millones).
El colapso del 31 de julio en el sector Andesita de El Teniente, que dejó seis fallecidos y nueve heridos, ha abierto un debate clave: ¿hasta qué punto las operaciones mineras profundas están preparadas para manejar tensiones geológicas inducidas por sus propios procesos?
Fuentes con conocimiento del caso confirmaron que el sismo de magnitud 4,2 que desencadenó el accidente probablemente fue autoinducido, resultado de la acumulación de esfuerzos en la roca por el método panel caving. Esta técnica, usada para derrumbar zonas agotadas y facilitar el hundimiento controlado, se habría combinado con actividades simultáneas en áreas cercanas, multiplicando el riesgo.
Más allá del accidente: un desafío técnico y de diseño
Especialistas como Nicolás Muñoz, de CRU, advierten que en minas profundas y activas, la roca no siempre logra adaptarse al nuevo régimen de tensiones, produciendo fallas repentinas o rockbursts. Estos fenómenos son difíciles de anticipar incluso con monitoreo geotécnico avanzado.
En este caso, los daños superan lo previsto: 3.700 metros de túneles afectados, frente a los 700 metros estimados inicialmente. Esta magnitud no solo retrasa el reinicio de faenas, sino que obliga a replantear los criterios de diseño y seguridad para zonas clave de la mina.
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Impacto estructural en la operación
El Teniente aporta cerca del 25% del cobre de Codelco y cada día de paralización implica perder unas 750 toneladas de metal fino (US$ 7,5 millones). Más allá de la pérdida inmediata, el accidente cuestiona la viabilidad de acelerar secciones como Andes Norte, que aunque prometedora, también ha registrado antecedentes de estallidos de roca.
La estatal deberá demostrar a reguladores y sindicatos la estabilidad integral de la mina antes de reanudar operaciones, lo que podría derivar en modificaciones profundas a su plan minero.
Lecciones para la minería global
La experiencia de El Teniente se suma a otros casos recientes de sismos autoinducidos en minas profundas, como Kamoa Kakula en África. Sin embargo, por su escala y relevancia en el mercado del cobre, este incidente podría convertirse en un punto de inflexión para la adopción de estándares más estrictos en la minería subterránea de gran profundidad.
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