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El nuevo estándar limita la concentración anual a 23 nanogramos por metro cúbico y busca proteger la salud en zonas con alta actividad minera.
El Ministerio del Medio Ambiente de Chile (MMA) publicó el 10 de octubre la nueva norma primaria de calidad del aire para arsénico, la primera en su tipo en el país.
La regulación establece un límite máximo anual de 23 nanogramos por metro cúbico (ng/m³), alineado con las recomendaciones de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y más exigente que el estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El objetivo de la medida es proteger la salud pública y reducir la exposición a este metal tóxico, históricamente asociado a zonas mineras y fundiciones de cobre, que concentran el 99% de las emisiones nacionales de arsénico.
Regulación ambiental con efecto directo en zonas mineras
De acuerdo con la norma, la superación del límite se evaluará en función de promedios anuales calculados durante tres años consecutivos.
Sin embargo, si el valor promedio de un año supera los 46 ng/m³, se declarará inmediatamente superada.
En tales casos, las zonas serán catalogadas como “latentes” o “saturadas”, lo que activará la elaboración de un Plan de Prevención o Descontaminación Atmosférica (PPDA) específico para arsénico.
Estos planes incluirán acciones de reducción de emisiones en fuentes industriales, con especial atención a las fundiciones de cobre, principales emisoras de este contaminante.
“La publicación de esta norma, la primera específica para el arsénico, protegerá la salud de las personas y permitirá el desarrollo de planes de prevención o descontaminación en los territorios más expuestos”, afirmó la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas.
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Transparencia, participación y justicia ambiental
La titular del MMA destacó que el nuevo estándar fue elaborado mediante un proceso participativo, que incluyó la opinión de comunidades, empresas del sector y expertos, en línea con los principios del Acuerdo de Escazú sobre acceso a la información y participación ciudadana en temas ambientales.
“Los planes incluirán medidas concretas para reducir el arsénico presente en el aire y fortalecer la transparencia del proceso regulatorio”, añadió Rojas.
Esta regulación representa un hito en la política ambiental chilena, al establecer una base normativa para el control de metales pesados y fortalecer la fiscalización sobre fuentes industriales en regiones donde se concentran grandes operaciones metalúrgicas.
Impacto en el sector cuprífero
Según el propio Ministerio, el 99% de las emisiones de arsénico proviene de fundiciones de cobre, lo que implica ajustes operativos y tecnológicos para cumplir con los nuevos límites.
Las principales instalaciones se encuentran en Antofagasta, Atacama y O’Higgins, regiones donde la minería metálica es una de las principales fuentes de empleo y actividad económica.
El nuevo marco podría acelerar inversiones en tecnologías de captura y tratamiento de gases en plantas fundidoras, fortalecer la trazabilidad ambiental de la producción cuprífera y contribuir a mejorar la percepción social de la minería en comunidades históricamente afectadas por la contaminación atmosférica.
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Avance hacia una minería más limpia y responsable
Con la implementación de esta norma, Chile da un paso clave hacia la gestión ambiental moderna, combinando protección sanitaria, innovación tecnológica y regulación minera sostenible.
El control del arsénico, además, responde a los estándares internacionales de producción limpia, exigidos por las cadenas de valor globales del cobre y otros metales.
La medida consolida la visión de justicia ambiental y salud pública, marcando un precedente regional en la regulación de contaminantes asociados a la industria extractiva y metalúrgica.