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A pesar de la incertidumbre política, el sector minero muestra madurez.
Alfonso Tejerina, director y gerente general de Global Business Reports (GBR) alertó durante su presentación en el Jueves Minero, del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), que el Perú enfrenta una paradoja en pleno superciclo de los metales: posee cerca de 2 millones de toneladas anuales de cobre que no se producen, pese a los precios históricamente altos.
Según un estudio internacional citado por la entidad, alrededor del 25% de la producción mundial potencial —equivalente a 6.4 millones de toneladas— se encuentra paralizada por conflictos socioambientales o restricciones vinculadas a criterios ESG. De esa cifra, un tercio corresponde al Perú. Los proyectos La Granja, Galeno, Michiquillay, Río Blanco, Cañariaco, Los Chancas, Conga y Tía María figuran entre los más emblemáticos de esa cartera inactiva.
Para GBR, liberar incluso la mitad de estos desarrollos significaría un salto productivo inmediato, capaz de consolidar al país entre los líderes mundiales del cobre.
El factor político: incertidumbre y madurez del sector
La presentación de GBR, titulada “El empuje del superciclo frente al desafío electoral”, advirtió que el entorno político peruano continúa generando incertidumbre para la inversión minera. Con 43 agrupaciones inscritas y una alta fragmentación electoral, el país mantiene una tendencia de “esperar y ver” por parte de los inversionistas.
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Además, la facultad del Congreso para destituir presidentes y la próxima renovación de 2,000 autoridades en los niveles nacional, regional y local añaden presión al clima institucional.
No obstante, el sector muestra signos de madurez. Pese a la falta de nuevos proyectos, la producción no ha retrocedido desde 2012 —salvo durante la pandemia—, lo que refleja la resiliencia operativa de las mineras. El desafío, sin embargo, está en reactivar la exploración y retomar los grandes proyectos para no perder la ventana que abre este superciclo. El mensaje fue claro: el superciclo no durará para siempre, y cada tonelada de cobre paralizada representa una oportunidad que el Perú no puede seguir postergando.
Un superciclo impulsado por múltiples motores
Tejerina también planteó que el actual auge de los metales es distinto al de inicios de siglo. Si el primero estuvo impulsado por el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, hoy el mercado responde a una convergencia de factores globales.
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Entre ellos destacan la transición energética, que acelera la demanda de cobre, litio y níquel para vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento; el auge de la inteligencia artificial, que exige mayor infraestructura eléctrica y centros de datos; y el retorno del proteccionismo comercial, que ha llevado a países como Estados Unidos y Canadá a asegurar cadenas locales de suministro para minerales estratégicos.
En paralelo, la inestabilidad geopolítica ha fortalecido el precio del oro, generando un segundo superciclo en los metales preciosos. “Si hay un momento para atraer inversiones, es este”, recordó el expositor citando a Marcial García, socio de EY, quien resaltó que el sector necesita “estabilidad y reglas claras” para aprovechar la coyuntura.
Inversión minera sostenida, pero sin nuevos motores
El diagnóstico de GBR es claro: el Perú sigue invirtiendo con fuerza, pero sin generar nueva producción. En los últimos años, la inversión minera ha bordeado los US$ 5,000 millones anuales, pero destinada casi en su totalidad al mantenimiento de operaciones existentes.
Ello ha permitido mantener estable la producción cuprífera en torno a 2.7 millones de toneladas, con la entrada de Quellaveco como único gran proyecto reciente, pero sin una expansión significativa de la capacidad instalada. “Hace una década, con ese mismo nivel de inversión, el país podía aumentar su producción en 200 mil toneladas anuales; hoy, apenas alcanza para sostenerla”, comentó el ponente.
A esto se suman los menores grados de ley y el aumento de costos operativos, que presionan la rentabilidad de las compañías.
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